Guadalajara, Jalisco
Febrero 6, 1988

Con gran emoción vengo a esta plaza, a encontrarme con la ciudadanía tapatía. Son ustedes herederos de una larga tradición de luchas libertarias, republicanas y democráticas.
Vengo a dialogar con ustedes. A presentarles la opción de cambio que ofrecemos en estas horas cruciales para la nación mexicana.
Nuestros competidores, los señores de la aristocracia tecnocrática, intentan descalificar nuestra oferta política acusándola de carecer de programa de gobierno, y de elaborar nuestro discurso político sobre la subcultura del fraude, la frivolidad y la catarsis de la irritación.
Quiero rebatir esas afirmaciones:
Ya he dicho que la subcultura del fraude la padecen ellos, que confunden sus vicios con la normalidad; la prepotencia como privilegio, el poder como patrimonio familiar heredable.
Ellos sí padecen la subcultura de la arbitrariedad, al grado que no; saben distinguir entre un estado de derecho respetuoso y armonizado ¡con los derechos humanos y un simple estado de legalidad, fincado ¡ en un orden jurídico positivo formalmente elaborado por órganos del Estado antidemocráticamente y violatorio de derechos.
Respecto a la frivolidad es oportuno señalar que nuestra forma de comunicación con el pueblo no la pueden comprender los tecnócratas, que en su soberbia han creado un lenguaje, al que algunos llaman el "Priñol" o el "Coplamarense", que sólo entiende entre ellos y la población abomina y desprecia.
Nuestra campaña no la hacemos para los burócratas tecnocráticos, ellos que sigan con su monólogo inentendible, nosotros platicamos llano y sencillo con el pueblo y presentamos nuestra plataforma de gobierno a toda la población. Nuestro mensaje sí lo entiende la ciudadanía, sí hay comunicación entre Acción Nacional y el pueblo; por eso vamos a ganar las elecciones.
Finalmente me referiré a lo que los tecnócratas llaman la "catarsis de la irritación". Es verdad que hablamos duro y criticamos fuerte. En cualquier país la oposición lo hace para presentar su alternativa; pero no hemos rebajado el debate a la calumnia, ni al ataque personal. No así nuestros contendientes que han usado y financiado la difamación como arma política. Ellos deben recordar que hay material de sobra que se podría usar, si en nuestro ánimo no estuviese la firme convicción de dar una campaña de altura, prepositiva y estabilizadora en el orden de la justicia y la democracia.
Por último quiero referirme a nuestro proyecto de gobierno y por el que venimos a pedir su apoyo y voto:
Queremos cambiar a México; lo queremos diferente para sustituir este sistema autoritario fincado en una mezcolanza ideológica de colectivismo, estatismo y neoliberalismo, por un sistema democrático, construido sobre el humanismo personalista y comunitario, con una economía solidarista y subsidiaria.
Los ejes sobre los que descansa nuestra plataforma política son diversos, pero me voy a referir a tres de ellos:
Proponemos que toda la acción de gobierno y sus políticas específicas en materia económica, seguridad social, educación, desarrollo industrial, ecología, campo y agricultura estén presididas por el principio del bien común, al que definimos como el conjunto de valores e instituciones que facilitan el desarrollo de los hombres.
Proponemos que la política económica y la solución al grave problema de la inflación, parta de la consideración de que el salario no puede fijarse a la libre competencia del mercado, sino que debe complementarse con el de la necesidad.
Proponemos una política de asistencia social que prevea la intervención del estado para que los grupos sociales más desprotegidos, se pongan en condiciones de auto ayudarse cuando no lo pueden hacer con su sola fuerza.
Vengo a exhortarlos a que se incorporen a este gran movimiento de cambio.
Guadalajara debe ser, como lo ha sido en las grandes gestas de la patria, una trinchera victoriosa.
¡Guadalajara ponte de pie, ponte en marcha junto a todo el pueblo de México!
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