febrero 03, 1988

Manifiesto a la nación

Manuel J. Clouthier
Foro Democracia y Fraude
San Luis Potosí, San Luis Potosí
Febrero 3, 1988

Los problemas del país –carestía, corrupción, desigualdad social, deuda externa, centralismo, etc.– crecen diariamente, al mismo tiempo que una camarilla en el poder se burla criminalmente de los esfuerzos del pueblo que quiere ejercer sus derechos y, por medio de ese ejercicio, hacer valer su soberanía.

La participación política popular ha obtenido como respuesta del gobierno el fraude electoral impune cuyo objetivo es sumir al pueblo en la desesperanza, convencerlo de su impotencia, despolitizarlo y lanzarlo a un fatalismo apático.

El régimen agrede constantemente a los ciudadanos en sus derechos: los obliga a afiliarse a sindicatos o ligas agrarias masivamente afiliadas al partido oficial; les niega acceso a ciertas ventajas materiales si no son miembros de éste; los reprime cuando se oponen legítima y legalmente al sistema. El temor que todo esto genera tiende a provocar la parálisis de la sociedad.

El gobierno ha implantado un sistema de control que ahoga la dignidad y la libertad. Las instituciones intermedias –sindicatos, ejidos, asociaciones gremiales, universidades– son controladas directa o indirectamente por el régimen y su partido, con el fin exclusivo de conservar el poder.

Los partidos políticos independientes viven serias dificultades a causa del sistema antidemocrático. El gobierno sostiene con recursos del pueblo a partidos fantasmas que sólo le sirven para maniobrar electoralmente.

La simulación se da en todos los órdenes: el gobierno proclama el Sufragio Efectivo, al mismo tiempo que crea leyes y genera acciones para violar sistemáticamente el voto; llama "democracia" al sistema en que el Presidente en turno impone a su sucesor, a los gobernadores y a los presidentes municipales; cínicamente se presenta en el exterior como defensor de la causa democrática, en tanto que trata a los mexicanos como si fuéramos habitantes de un país extranjero ocupado por la fuerza.

El régimen impone al pueblo cargas fiscales exageradas para pagar errores de gobiernos corruptos, crearle imagen al Presidente, financiar campañas del PRI, subsidiar empresas estatales en déficit constante, o sostener la corrupción generalizada: se burla impunemente del pueblo, de su miseria y de su trabajo.

El régimen se llama a sí mismo "agrarista" al mismo tiempo que abandona el campo y mantiene el ejido sólo como instrumento de control y no de mejoramiento del campesino. Además celebra con pompa la libertad de prensa, en tanto que asesina a periodistas libres, impone "noticias" o somete a los medios informativos a censura.

El gobierno se autonombra sindicalista cuando los sindicatos son únicamente medio para la corrupción de líderes que viven enriquecidos a costa de una clase obrera a la que despoja de capacidad de compra y obliga a ser materia prima de acarreo.

Los vicios públicos han llegado a la vida privada y relajado las costumbres. El régimen no promueve material ni espiritualmente a los ciudadanos, sino que actúa y obliga a actuar contra toda ética.

Ante esta situación, todo mexicano debe reflexionar: ¿A dónde vamos a llegar? ¿Cuál es el futuro de México como nación? ¿Cuál será el país en que vivirán nuestros hijos?

La apatía o la resignación son complicidad, irresponsabilidad y falta de confianza en nosotros mismos. No detener el deterioro nos lleva a la violencia y nuestro futuro como nación se ve amenazado por la creciente falta de solidaridad. De continuar la inercia, sólo se vislumbra un panorama desolador.

En la historia de los pueblos, hay momentos que exigen cambios radicales y reclama a las mujeres y a los hombres vivir la epopeya de la propia transformación y la del país: 1988 es tiempo propicio para luchar por la democracia, la libertad y la dignidad; para hacer realidad el sueño de nuestros padres, por el que dieron la vida nuestros próceres.

Para conseguir el México que queremos es necesario establecer un nuevo pacto social que dé a la sociedad y a sus diversas instituciones un espacio mayor que el del gobierno y por el que la democracia llene todos los espacios de la vida social, económica y política.

El México nuevo al que aspiramos es posible si cambiamos la resignación por la participación conciente y decidida en la solución de los problemas públicos; si luchamos por la satisfacción de nuestras necesidades y no esperamos que el gobierno u otra instancia nos los resuelva.

El México nuevo que queremos debe ser una sociedad abierta, con capacidad crítica y voluntad de autotransformarse y desarrollar valores sociales.

La patria nueva que anhelamos debe dejar los sistemas arcaicos de poder, erradicar en los gobernantes la idea de que el erario público es su patrimonio propio y evitar que el régimen manipule y controle a la sociedad como si los ciudadanos fuesen menores de edad.

Acción Nacional, bajo la inspiración de las mujeres y los hombres de las diferentes generaciones que han luchado por la democracia y la libertad, ofrece al pueblo de México una alternativa de vida y esperanza, fincada en los siguientes cambios:

I.- PROMOCIÓN HUMANA

El México nuevo requiere de un mexicano nuevo, solidario, responsable, crítico, participativo y productivo, es decir, con una clara conciencia de su ser, sus deberes y sus derechos. Esta conciencia nace en la familia, se fortalece y desarrolla en la escuela, se amplía y profundiza en el trabajo y se perfecciona en la vida política.

Por eso la Patria que queremos debe promover la libertad de los padres para escoger la educación de sus hijos, la justicia social que dé bases económicas estables a la familia, el respeto por los menores y los ancianos y la equidad entre varones y mujeres. Además respetará los valores morales que los padres quieran transmitir a sus hijos, al mismo tiempo que ofrecerá a éstos los medios para desarrollar su conciencia social, su patriotismo y su vida democrática.

La promoción humana tendrá como base el concepto de persona –ser corporal, espiritual y social– y se hará por medio de la participación y la persuasión, buscando que colaboren las familias, las organizaciones intermedias y el gobierno

II.- DEMOCRACIA ECONÓMICA

Deseamos una patria "ordenada y generosa" en la que todo mexicano cuente con la posibilidad de conseguir empleo, sustento y habitación dignos; un México en el que la distribución de la riqueza tenga como norma la justicia.

Queremos un México que impulse a la pequeña y a la mediana empresa, que despierte y estimule la capacidad personal y social de emprender, que erradique los monopolios y democratice el capital de las empresas. Aspiramos a un país en el que los trabajadores tengan acceso al capital de la unidad de producción en la que laboran, así como a los órganos en los que se toman las decisiones que los afectan. Queremos una nueva empresa en la que la remuneración al trabajo sea suficiente para que el obrero o el empleado puedan fundar y sostener dignamente una familia.

Deseamos para este México un gobierno que fomente y apoye la productividad del pueblo por medio de la capacitación para el trabajo y el aprovechamiento nacional de nuestros recursos naturales; no un régimen burocrático e ineficiente que corrompa la vida económica, despilfarre los recursos públicos, mal administre los servicios y disponga arbitrariamente de los bienes materiales de los mexicanos a través de impuestos excesivos, inflación y contratación anticonstitucional de deuda externa.

Queremos que los hombres que trabajan la tierra puedan obtener beneficios suficientes para vivir con dignidad; anhelamos un México en el que las zonas rurales cuenten con buenos servicios públicos, los campesinos puedan ser propietarios de sus tierras, si así lo desean, y la pequeña propiedad de éstas no sólo sea respetada, sino apoyada y garantizada por las leyes y las autoridades.

Asimismo queremos un gobierno que impulse y oriente la economía, sin expropiar el derecho ni la iniciativa de los particulares en el ámbito económico; que apoye y sirva a la sociedad en materia económica para que las personas y las comunidades crezcan en libertad, responsabilidad y bienestar, no para someterlas a su poder caprichoso y sin contrapeso.

Ese gobierno deberá ser celoso de la independencia económica y política de la nación y no comprometer la soberanía nacional con empréstitos o aventuras irresponsables, o con deudas superiores a la capacidad de pago real del país. Queremos evitar que el gobierno hipoteque el futuro de la patria e impedir que se endeude sin la deliberación previa, el consenso y la aprobación de los mexicanos.

III.- DEMOCRACIA POLÍTICA

Queremos respeto irrestricto a los derechos humanos. Deseamos un Estado que impulse la participación crítica de los ciudadanos en la vida pública y un gobierno sobre todo su Presidente sujeto al control de las leyes, promotor del federalismo y de la autonomía municipal, limitado por los Poderes Legislativo y Judicial, sometido al juicio de la sociedad y al de una prensa, radio y televisión libres para informar y opinar.

Anhelamos un sistema político en el que la voluntad de la mayoría determine -en los ámbitos municipal, estatal y federal- qué tipo de gobierno quiere establecer y quiénes serán los hombres que lo encabecen.

Este sistema estará garantizado por leyes y mecanismos electorales que den igualdad de condiciones a los partidos políticos. En el México nuevo no deben tener cabida el monstruoso y aberrante sostenimiento económico del Estado a un partido oficial, ni la complicidad de los organismos electorales con el partido del gobierno para mantener a éste en el poder contra la voluntad del pueblo manifestada en las urnas.

La política exterior del México que deseamos será congruente con la interna y buscará la promoción de los valores de la democracia, la libertad y la justicia social internacional; no predicará para otros pueblos lo que no sea digno del nuestro ni será instrumento de potencias hegemónicas, ni aval de tiranías que nieguen a las personas el ejercicio de sus derechos inalienables.

Queremos un México abierto al mundo desde su propia cultura, sin prejuicios nacionalistas o ideológicos, promotor de la integración cultural, económica y política de América Latina; un México honestamente solidario con los esfuerzos en favor de la paz y del orden mundiales.

IV.- DEMOCRACIA SOCIAL

Queremos un México con más sociedad y menos gobierno. Queremos un país vertebrado en torno a organizaciones intermedias autónomas, no sumisas al gobierno o al partido oficial. Rechazamos la idea y la práctica de organizar la vida nacional sobre individualismos egoístas, sobre la amenaza del gobierno o sobre temores a represalias económicas y políticas de parte del régimen.

El Estado que queremos no subordinará a los intereses o conveniencias del gobierno a las organizaciones intermedias –sindicatos, ligas agrarias, cámaras empresariales, universidades, colegios profesionales, etc.–, sino que promoverá su existencia y respetará sus fines propios, garantizará que los agremiados o miembros de aquellas elijan libremente a sus directivos y no les impondrá afiliación política alguna. Además, suprimirá la cláusula de exclusión en los sindicatos.

En el México que queremos habrá respeto absoluto a la libertad de conciencia y a la de opción religiosa o atea, así como a práctica pública de la religión que se escoja y a la libertad de las diversas familias culturales y religiosas de establecer instituciones acordes con sus ideas o creencias. El Estado y el gobierno serán laicos, pero no impondrán el laicismo a través de la educación pública, sino que apoyarán el pluralismo cultural y educativo de acuerdo con las opciones de los padres para sus hijos.

Queremos un país en el que los medios de información promuevan el desarrollo integral de las personas, la conciencia crítica, la identidad nacional y la solidaridad, la justicia, la paz, la participación y la responsabilidad. Para lograrlo, el Estado deberá respetar su independencia y evitar su monopolización tanto por parte del Estado mismo como por la de consorcios particulares.

Queremos que las familias, en este México nuevo, cuenten con el apoyo legal suficiente para fortalecer su estabilidad comunitaria y económica.

El México que queremos será un país en el que el vigor de la sociedad civil sea un valor reconocido y promovido por el Estado, que estará sujeto a aquélla.

V.- RESPETO AL DERECHO

Anhelamos una Patria en la que impere la ley sobre gobernantes y gobernados, en la que los conflictos se resuelvan conforme a Derecho y la sociedad civil y el Estado promuevan una cultura del respeto por las leyes.

Querernos un México en el que Sociedad y Estado luchen contra la arbitrariedad del poderoso, la corrupción, los desaparecidos políticos, la evasión fiscal, la complicidad de policías y delincuentes, la represión ilegal, el narcotráfico y la perversión del Poder Judicial.

Los tribunales del México que queremos serán independientes del Poder Ejecutivo, los jueces serán de carrera y electos popularmente o por mecanismos transparentes.

Este México nuevo que queremos es el que desearon Morelos y Madero al empuñar las banderas que expresaban los anhelos populares de independencia nacional, justicia social, democracia, libertad y sufragio efectivo. Es el México que animó como ideal a los hombres y las mujeres que se lanzaron a la aventura vasconcelista y que inspiró la tenacidad constructora de Manuel Gómez Morín.

Vivimos tiempos de cambio. A la ¡dea del México solidario y democrático le ha llegado su tiempo. La construcción de este México moderno, libre y justo exige la participación decidida de todos los mexicanos que sabemos que ha sonado la hora de la liberación nacional.

Acción Nacional te convoca a no desmayar en la lucha por la soberanía a participar con entusiasmo y decisión en la tarea de conquistar tu libertad. Es necesario que tu anhelo sea el anhelo de todos, que contagies tu entusiasmo y tus convicciones para que construyamos juntos el México libre que todos deseamos.

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