enero 10, 2008

Cumple PAN 20 años en León

Manuel Mora Macbeath
AM de León
Enero 10, 2008

Alfredo Ling Altamirano tardó unos cuantos días en asimilar que el PAN había ganado por primera vez, y por un amplio margen, la Alcaldía de León.

Era diciembre de 1988, y el candidato panista Carlos Medina Plascencia aplastaba con el 62% de los votos a Joaquín Yamín Saade, quien abanderando al PRI logró el 37.5% de los sufragios.

Al menos tres años atrás era impensable que la alternancia en el municipio más grande del estado estuviera en puerta; en los comicios de 1985, el PRI arrasó con el 81.4% de la votación, y el PAN alcanzó apenas un discreto 5.6%. Por eso Medina sorprendió.

DE LA MANO DE MAQUÍO

Los dirigentes panistas de ese entonces e incluso los actuales coinciden en que el triunfo del albiazul en León no se comprende sin la figura de Manuel J. Clouthier, el “Maquío”.

Candidato presidencial del PAN en los comicios de julio de 1988, Clouthier arrancó su campaña en diciembre del 87 tañendo la campana de la parroquia de Dolores Hidalgo, en la cuna de la Independencia nacional.

Alfredo Ling Altamirano, a la sazón dirigente estatal del PAN y hoy presidente del Consejo del Instituto de Acceso a la Información Pública (IACIP), recuerda con humor ese momento.

Le advirtieron a Clouthier, cuenta Ling, que quizás la campana no era la misma que hizo tañir en 1810 el cura Miguel Hidalgo y Costilla.

“No importa, lo que importa es la foto”, dice Ling que respondió Manuel.

Ese mismo día, el 11 de diciembre, el Maquío encabezó una reunión con panistas en León, en una granja propiedad de la familia Nicasio Horta, en la colonia Valle de León.

Cerraron actividades con un mitin en San Francisco del Rincón.

A Ling le extrañó el interés de Clouthier por San Francisco del Rincón. No encontraba el simbolismo, aunque supuso que se debía a que tres años antes el PAN había ganado la Alcaldía. Estaba equivocado.

“Mi abuelo se llamaba Francisco del Rincón... no era ningún santo, pero era mi abuelo”, dijo el candidato a Ling cuando éste preguntó porqué San Pancho.

A Clouthier le gustó el recibimiento en León, y los leoneses hicieron clic con Maquío.

El sinaloense se propuso ganar en León, y encomendó a Ling una tarea poco sencilla en esa época: abrir los medios, principalmente la radio.

El grueso de las notas en la radio, recuerda Alfredo, eran para el candidato del PRI, Carlos Salinas de Gortari. Nada decían de Clouthier.

Incluso habiendo pagado espacio, se quejó, no dejaban entrar al Maquío a la cabina. Los dueños de las estaciones tenían miedo a perder las concesiones que irse a un juicio civil por incumplimiento de contrato.

En realidad se trataba de una autocensura impuesta por los mismos concesionarios, porque un empresario de Irapuato abrió las puertas de su estación, la XEBO, y los demás vieron que no pasó nada malo. Empezó la apertura.

“Vieron que no era delito entrevistar al candidato de la oposición; al final lo entrevistaron en todas las estaciones... y sin cobrar publicidad: el Maquío era noticia”, dijo Ling.

Y APARECE FOX

El 8 de enero de 1988, en la mañana, Manuel J. Clouthier reunió a un grupo de panistas y simpatizantes en el salón Versalles del hotel Condesa, en el Centro de León.

Ahí se gestó el movimiento clouthierista que incluía no sólo a los 300 militantes del PAN que había en el estado, sino a un vasto grupo de mujeres y jóvenes que, sin ser o pretender ser panistas, sí eran seguidores del Maquío.

En ese desayuno, Alfredo Ling presentó a Vicente Fox Quesada con Manuel J. Clouthier.

Alfredo tenía poco tiempo de conocer a Vicente. Quien se lo presentó fue Ramón Martín Huerta.

La estrategia para los comicios de ese año no es muy diferente a la de ahora: los candidatos locales eran panistas, y la mayoría de los federales liderazgos no necesariamente militantes, pero sí conocidos por la sociedad.

Así consiguió Fox la candidatura a diputado federal, junto con Elías Villegas Torres y José Pedro Gama Medina. A nivel local los aspirantes a diputados eran Salvador Echeveste Guerrero, José Guadalupe Vargas Barrera y Gabriel Hernández Jaime.

A esas alturas ya se hablaba de la posibilidad de éxito... pero no imaginaban que conseguirían carro completo.

MEDINA: DE REGIDOR A ALCALDE

Después de la importante captación de votos del Maquío en Guanajuato, y particularmente en León, Alfredo Ling pensó que era momento de dar la sorpresa en el Ayuntamiento.

Maquío se había convertido en punta de lanza; en Guanajuato fue el candidato de oposición que más votos obtuvo: 29.93%, por encima del 22.01% de Cuauhtémoc Cárdenas, pero no los suficientes para alcanzar el 44.03% que consiguió Carlos Salinas de Gortari en la entidad.

Alfredo Ling convenció a Carlos Medina Plascencia para que abanderara al albiazul como aspirante a la Alcaldía leonesa, en la contienda de diciembre de 1988.

Para conseguir la candidatura, Medina debía ganar en la contienda interna, en la que se midió con José de Jesús Ojeda y Sergio Osvaldo López Padila.

José de Jesús Ojeda era muy querido en León. Profesor en la Preparatoria Oficial y en el Instituto A. Mayllen, fue maestro de muchos panistas. Tenía amarrado el voto de los militantes tradicionales.

Sin embargo, el apoyo de estos panistas no era suficiente para doblegar a López Padilla, hijo del mítico Juan Manuel López Sanabria.

La oradora a favor de Carlos Medina fue Mayra Enríquez Vanderkam, quien al arrancar su mensaje dijo: “Soy joven y soy panista”.

Alfredo Ling se encargó de levantar a Carlos Medina; desde antes de la convención, el dirigente estatal afilió al PAN a las mujeres y jóvenes que trabajaron codo a codo con Manuel J. Clouthier.

Le costó trabajo, confiesa, porque muchos no querían afiliarse al PAN.

-Yo soy clouthierista, no panista. Yo sigo al Maquío -le decían constantemente a Ling.

-Si sigues a Clouthier, ¿por qué no haces lo que él hizo?

-¿Qué hizo?

-Se afilió al PAN -dice Ling que respondía, sonriente.

De esta forma creció el padrón.

En segunda ronda, con el apoyo de los clouthieristas y de los jóvenes panistas, Carlos Medina enfrentó a López Padilla.

Una ventaja adicional fue que sin Ojeda en la contienda, Carlos pudo embolsarse sin mayor dificultad la mayoría de los votos de los panistas tradicionales.

A su favor estaba el hecho de ser yerno de uno de los fundadores de la Unión Nacional Sinarquista: Juan Ignacio Padilla. Medina ganó sin mayor problema.

Una vez ungido candidato, Alfredo operó la campaña externa.

Medina no era ningún desconocido. Como regidor, fue pieza clave para descubrir los malos manejos del entonces alcalde priísta Antonio Hernández Ornelas, “El amigo”.

“No es que ‘El amigo’ fuera malo, pero estaba rodeado de malas personas”, reflexiona Ling.

El llamado “milagro del Expiatorio”, narra Alfredo entre risas, consistió en que en ese templo apareció una importante cantidad de dinero que había desaparecido de la Tesorería Municipal. El hallazgo ocurrió después de que el Alcalde fue a rezar.

DE PRIÍSTAS A PANISTAS

El cuarto de guerra del equipo de Medina trabajaba a marchas forzadas.

En él estaba Ramón Martín Huerta, entonces secretario general del Comité Estatal; Jorge Dávila Juárez, Guadalupe Vargas y Luis Manuel Aranda Torres. De este lugar surgían las estrategias y lineamientos que debía seguir Medina.

Pero también llegaba información clave. Jorge Dávila, por ejemplo, estaba a cargo de las investigaciones estratégicas. Gracias a este trabajo los panistas llegaron a saber, incluso antes que los priístas, quiénes serían los candidatos del tricolor.

Así anticipaban los movimientos de Joaquín Yamín.

De este cuarto salió la instrucción a Medina de no atacar a sus contendientes... para eso estaban los funcionarios emanados del PAN; su campaña debía ser de respeto y de ideas.

El PRI mantenía los hilos del poder; había toda una cultura alrededor del partido oficial, por lo que derrotarlo en las urnas no era tarea fácil.

Ling narra que en una ocasión llegaron a la comunidad La Sandía, ubicada al sur del municipio, para hacer un acto de campaña.

Los pobladores no los dejaron entrar.

-Aquí somos del partido del gobierno -le decían los campesinos a Medina, según Ling.

Después de ganar la Alcaldía, Medina fue recibido en La Sandía con una gran fiesta.

-¿Qué les pasó? ¿Por qué cambiaron? -preguntó sorprendido Ling a los ejidatarios.

-Nosotros no cambiamos, seguimos siendo del partido del gobierno -obtuvo en respuesta.

ARMAN EJÉRCITO AZUL

Las elecciones de diciembre de 1988 fueron las primeras en las que el PAN reclutó un grupo de abogados que pelearan los votos en la mesa. La capacitación corrió por cuenta de Antonio Obregón Padilla, un panista de cepa.

Los panistas habían hecho su estrategia desde el “mar”, donde estaba el cuarto de guerra; desde el “cielo”, a través de los medios de comunicación; y en la “tierra”, recorriendo colonias y convenciendo a los ciudadanos.

Fue la primera vez en que hubo una campaña tan completa.

Pero también fue la primera ocasión en la que tuvieron un representante en cada una de las casillas... aunque no fue nada sencillo.

Un par de días antes de la elección, ocurrió una catástrofe en León: murieron decenas de personas, todos familiares de quienes serían representantes del PAN en las casillas.

En realidad no fue una tragedia, cuenta Ling, pero era el pretexto que esgrimían las personas que no querían quedar mal con el PAN, pero que eran presionadas desde la Secretaría de Gobierno para que no asistieran a los comicios.

El problema era que una semana antes de las elecciones todos los partidos tenían que entregar las listas de sus representantes en las diferentes casillas.

De esta forma, explica Ling, el Gobierno tenía tiempo suficiente y sobre todo los datos necesarios para poder boicotear la estructura electoral de los partidos de oposición.

Aún así, el PAN logró reponer los espacios vacíos. En la zona urbana se concentraron los clouthieristas, y en las comunidades rurales y colonias alejadas el PAN envió a su gente más experimentada. Ahí se daría la verdadera batalla.

A Fernando Torres Graciano, actual dirigente estatal del PAN, le tocó vigilar una casilla en Lomas de Alfaro.

La consigna era no separarse de la urna, y así lo hizo... después de la jornada se subió a la camioneta en la que se iba a transportar el paquete, a pesar de la protesta de los funcionarios electorales. No lo pudieron bajar del vehículo.

EL DÍA DE LA ELECCIÓN

El 3 de diciembre de 1988 pocos panistas durmieron. En el cuarto de guerra trabajaron hasta tarde, haciendo los últimos movimientos en el gran tablero de ajedrez.

En la madrugada recibieron el “pitazo” de que choferes de taxis sindicalizados se iban a concentrar a las cinco de la mañana en el Arco de la Calzada, con la misión de trasladar a varias personas a votar a favor del PRI.

Para contrarrestar el movimiento, el PAN puso en marcha una red de comunicación para hacer llegar un mensaje a sus simpatizantes y representantes de casillas: “Habrá taxis disponibles para todos antes de las cinco de la mañana en el Arco de la Calzada”.

Los panistas llegaron desde temprano y ocuparon los vehículos de alquiler antes que los simpatizantes del tricolor. La elección transcurrió sin mayores incidentes.

Carlos Medina obtuvo 66 mil 035 votos y su contendiente priísta, Joaquín Yamín, 39 mil 958 sufragios.

El PRI, reflexiona Ling, no tuvo más remedio que reconocer el triunfo... días después me cayó el veinte de que habíamos ganado.

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