
Periodista, escritor y consultor, puso en marcha en Viedma distintos periódicos, el último de los cuales “El pasquín de los sumideros” se ha destacado por inusuales y creativas preguntas a sus entrevistados y encuestas que tratan de mostrar por dónde andan los gustos y costumbres de los pobladores de la comarca. Actualmente es asesor de gabinete en el gobierno provincial.
Pero lo suyo es la escritura y eso lo refleja lo prolífica de su obra. Publicó los poemarios Sermón de los ojos, Babel, Por partes, Negros blancos rojos, Según mi corazón, Madera Prima y Falsario, las novelas Suicido por encargo, El Huelguista y Tala de sombras), el libro de cuentos Algunos cortos muy cuentos, el de epitafios Lapidarius y El Maquio Clouthier, una biografía sobre un líder político mexicano. Actualmente trabaja en “tres” libros de poemas, según sus palabras.
Destaca el reconocimiento a su obra en el parlamento por iniciativa del legislador justicialista Pedro Pesatti, pero aunque es amigo de escritores de Viedma cree que hay muchos que por cierta envidia no le reconocen su labor literaria. Recordó que hace ya varios años, cuando le habían publicado en México por editorial Planeta dos libros, el Concejo Deliberante lo quiso distinguir y un número de sus pares se opuso públicamente.
Así escribe:
Digno Rufino
Una vez en la orilla de su pueblo, Rufino tomó algo de tierra del costado de la carretera y la guardó en un bolsillo de su saco. Luego, con una vieja maleta de cuero en la mano, empezó a caminar.
No miró hacia atrás, y creo que si hubiese tenido ojos en la nuca, los hubiera cerrado para no mirar.
Al cabo de unos minutos ya se había alejado demasiado, lo suficiente como para no poder arrepentirse. Caminar no lo cansaba. La esperanza con sus cien pies de zapatos nuevos le arrastraba el cuerpo.
Dos horas más tarde, cuando el sol se acomodaba tibio sobre el horizonte calvo de la llanura, llegó al pueblo vecino, sin embargo allí no terminó su andar: allí comenzó una caminata de cinco días en busca de empleo. Al final, con las piernas desilusionadas, se detuvo en una esquina. Pensó que la falta de trabajo no era un problema de su tierra natal sino de todo su país natal, y se acordó del mar que habían atravesado sus abuelos procurando lo mismo. Pero el mar estaba muy lejos ahora, los pies muy heridos y el dinero muy escaso. Entonces se puso a llorar, y lloró tanto, que al cabo de unos minutos se hizo un charco de agua salada alrededor de su sombra como un océano en miniatura. Después lo saltó. Al otro lado del charco un comerciante parado en la puerta de su negocio le dijo: “Estaba esperándote... Mi maestro de panadería necesita ayuda en los hornos. Son doce horas de trabajo diario y cincuenta pesos de sueldo al mes, ¿te convence? Sé que es una miseria, pero en estos tiempos no encontrarás trabajo en ninguna parte. Peor es nada, ¿no?”. Rufino le miró los ojos y con un dejo de decepción no tardó en darle una respuesta: “Creí que los dos pertenecíamos a la misma humanidad. A veces nada es mucho mejor”.
Desde esa vez, el hombre se las arregla para vivir dignamente sin trabajar. Hoy tiene muchos años y alguna pobreza, acuerdo pero lleva la frente más alta y ancha de la región. Y a tal punto es alta y ancha su frente, que periódicamente se la alquila a los comerciantes del pueblo para que estos hagan publicidad en ella con adhesivos que parecen anuncios andantes sobre los carriles frontales de sus arrugas. De ello vive Rufino sin trabajar dignamente.
Indiferentes
Te amo directamente a los ojos
mientras el mar
se ocupa de sus propias olas
sin escucharme crujir.
Te amo discretamente a los ojos
mientras tú miras hacia otra parte,
como el mar,
sin escucharme mirar.
¿Quién?
¿Quién tiene la culpa?
¿tú, que me has hecho morir tantas veces,
o yo, que tantas veces
me he empecinado
en resucitar?
Puntos de vista
Lamento que haya más de una verdad
porque de este modo,
nunca sabré si eres realmente hermosa
o si son mis ojos los que se embellecen
en cuanto te ven.
Aún los dedos
Me como las uñas pensando en ti,
pero no te agobies, mi amor,
que aún me quedan los dedos
para pensar en ti,
para tocarte antes
y comérmelos luego.
Nunca nadie nada
Nadie va a darte
como yo te di.
Nadie va a besarte
como yo te besé.
Nadie va a tocarte
como yo te toqué.
Nadie va a estremecerte
como yo te estremecí.
Nunca nadie nada
como yo todo.
Recién suicidado
Nació el niño
pero antes,
porque se lo habían contado todo
acerca de la vida,
enroscó el cordón en su garganta
y se ahorcó.
Prefirió morir sin agonía.
Absolutamente
Un día voy a entenderlo todo...
Las largas presencias
que no sirven para nada
y las largas ausencias
que hacen tanto dolor.
Dije todo.
Mal anfitrión
Mal anfitrión:
los expulsó del paraíso
sin mayor remordimiento.
Tal vez le molestó
que no lo invitaran a la gran fiesta
que el mordisco en la manzana
inauguró.
Desmesuras
Beber sin sed.
Besar sin amor.
Comer sin hambre.
Vivir sin ganas.
Las únicas desmesuras
que Dios nunca perdona,
y un hombre sensato
tampoco. (APP)
fuente: http://www.appnoticias.com.ar/09/desarro_noti.php?cod=17826
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